La transformación de los Baños Públicos
Un día, cuando iba camino a casa, pasé al lado de los baños públicos de Atizapán de Zaragoza. Enfrente de mí iba una señora con sus hijos. Ella les dijo a sus hijos de no más de siete años que nunca se les ocurriera entrar a esos sitios. Al escuchar eso me pregunté ¿Por qué es mal visto entrar a los baños de vapor? ¿Cuál habrá sido el primero que se estableció en la ciudad de México? ¿Por qué se encontraban en extinción?
De acuerdo con Héctor de Mauleón en su artículo publicado en El Universal Baños de Vapor: Aduanas de vuelta al mundo, en el siglo XVIII se estableció en la Ciudad de México el primer baño de este tipo. Se encontraba ubicado en las caballerizas del Convento de San Camilo (hoy Regina 97). En ese entonces los padres del convento acondicionaron dos estanques con agua fría en los cuales los clientes se aseaban e incluso lavaban sus cabalgaduras.
En esta época era muy buena opción ir a este tipo de lugares debido a que no existían un sistema de agua potable que llegara hasta las casas y las personas tenían que dirigirse a baños como el del Convento de San Camilo u optaban por bañarse en los ríos.
Tras la creación de pozos públicos y privados impulsados por el empresario Sebastián Pane en 1850, fue fundado el circuito de baños públicos (ubicado en las instalaciones de lo que ahora es el periódico Excélsior de México) sitio que fue considerado como un centro social en el que las personas no solamente iban para bañarse, si no también iban a expandir su vida pública.
No fue hasta que en 1912 Francisco I. Madero implementó una red pública de distribución de agua y drenaje, cuando el auge de los baños públicos comenzó disminuir. A partir de que las personas dejaron de caminar kilómetros para conseguir agua o tener que pagar para poder bañarse, los baños de vapor o termas se convirtieron en centros curativos; se creía que el vapor ayuda a eliminar toxinas del cuerpo.
En una entrevista de Josué Huerta reportero del periódico El Universal, realizada a Oscar Páez Moreno, integrante de la Cámara Nacional de la Industria de Baños y Balnearios, menciona que en la década de los años cincuenta, con la llegada españoles que huían del régimen franquista y habían encontrado un hogar en México, se comenzó a expandir de nuevo la industria de los baños de vapor.
El éxito de esta nueva ola creciente de baños públicos se debió a que la ciudad de México se encontraba en expansión, la mayoría de los habitantes vivían en vecindades por lo que no tenían dentro de sus hogares un baño propio y optaban por ir a estos lugares.
En los baños públicos se contaron muchas historias, desde que Blue Demon acudía al vapor todos los días antes de entrenar hasta relatos de asesinatos como lo podemos ver en la película de Valentín Trujillo El perro callejero 2 (México, 1979) cuando es atacado su amigo “El Flautas” en los baños de Peralvillo.
El descenso en la popularidad de los baños de vapor en la ciudad se debe en primer lugar a que es mal visto por muchas personas de la sociedad acudir a los baños públicos debido a su deterioro o porque son considerados como centros de prostitución. Así mismo, al surgimiento de los spas aun cuando estos son más caros.
Los vapores que actualmente se encuentran en servicio en la ciudad de México son los siguientes: Los Baños Catalina, ubicados en la colonia Mixcoac; los Baños Cartagena, en la delegación Miguel Hidalgo; Los Danubio en Iztapalapa y algunos otros en el Estado de México como son los Baños de Atizapán; La Naranja en Naucalpan y los baños de Tlalnepantla.
De acuerdo con Héctor de Mauleón en su artículo publicado en El Universal Baños de Vapor: Aduanas de vuelta al mundo, en el siglo XVIII se estableció en la Ciudad de México el primer baño de este tipo. Se encontraba ubicado en las caballerizas del Convento de San Camilo (hoy Regina 97). En ese entonces los padres del convento acondicionaron dos estanques con agua fría en los cuales los clientes se aseaban e incluso lavaban sus cabalgaduras.
En esta época era muy buena opción ir a este tipo de lugares debido a que no existían un sistema de agua potable que llegara hasta las casas y las personas tenían que dirigirse a baños como el del Convento de San Camilo u optaban por bañarse en los ríos.
Tras la creación de pozos públicos y privados impulsados por el empresario Sebastián Pane en 1850, fue fundado el circuito de baños públicos (ubicado en las instalaciones de lo que ahora es el periódico Excélsior de México) sitio que fue considerado como un centro social en el que las personas no solamente iban para bañarse, si no también iban a expandir su vida pública.
No fue hasta que en 1912 Francisco I. Madero implementó una red pública de distribución de agua y drenaje, cuando el auge de los baños públicos comenzó disminuir. A partir de que las personas dejaron de caminar kilómetros para conseguir agua o tener que pagar para poder bañarse, los baños de vapor o termas se convirtieron en centros curativos; se creía que el vapor ayuda a eliminar toxinas del cuerpo.
En una entrevista de Josué Huerta reportero del periódico El Universal, realizada a Oscar Páez Moreno, integrante de la Cámara Nacional de la Industria de Baños y Balnearios, menciona que en la década de los años cincuenta, con la llegada españoles que huían del régimen franquista y habían encontrado un hogar en México, se comenzó a expandir de nuevo la industria de los baños de vapor.
El éxito de esta nueva ola creciente de baños públicos se debió a que la ciudad de México se encontraba en expansión, la mayoría de los habitantes vivían en vecindades por lo que no tenían dentro de sus hogares un baño propio y optaban por ir a estos lugares.
En los baños públicos se contaron muchas historias, desde que Blue Demon acudía al vapor todos los días antes de entrenar hasta relatos de asesinatos como lo podemos ver en la película de Valentín Trujillo El perro callejero 2 (México, 1979) cuando es atacado su amigo “El Flautas” en los baños de Peralvillo.
El descenso en la popularidad de los baños de vapor en la ciudad se debe en primer lugar a que es mal visto por muchas personas de la sociedad acudir a los baños públicos debido a su deterioro o porque son considerados como centros de prostitución. Así mismo, al surgimiento de los spas aun cuando estos son más caros.
Los vapores que actualmente se encuentran en servicio en la ciudad de México son los siguientes: Los Baños Catalina, ubicados en la colonia Mixcoac; los Baños Cartagena, en la delegación Miguel Hidalgo; Los Danubio en Iztapalapa y algunos otros en el Estado de México como son los Baños de Atizapán; La Naranja en Naucalpan y los baños de Tlalnepantla.
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